Eso parece. Hay días que entrenar se me hace una auténtica cuesta insuperable de más del 25 %, pero se que debo hacerlo, ahora más que nunca. Cuando estoy metido en materia empezando a trotar suave, las piernas parece que empiezan a reaccionar, a pedir un poquito más y en 15 minutos ese muro inmenso ha desaparecido y en su lugar aparecen senderos, caminos, horizontes, cimas, nubes y otras muchas cosas que me hacen sentir bien, me hacen sentir vivo. El poder de la mente hace su aparición.
Debo decir que soy afortunado, muy afortunado. Os preguntaréis: ¿por qué?. Muy sencillo, pues porqué puedo correr, y lo puedo hacer cuando yo quiero alternado con los variados horarios de mi trabajo y evitando caer en el eterno típico, tópico de no tengo tiempo. También lo soy porqué el lugar donde vivo, cerca del mar en la Costa Daurada tengo a mi alcance un sinfín de alternativas y opciones cerca del mar o en el interior; pistas anchas, caminos y senderos técnicos y sin dificultad, montañas con cimas casi rozando los 1000 m. de altitud y sobre todo soledad. Si puede parecer extraño, y seguramente que todo lo que he descrito también existe en otros lugares con la misma sensación, la de estar solo en este planeta tierra, aunque para mi es única esta soledad que me acompaña, mezclada con muchas sensaciones y emociones, empujada desde el mar, con olores y aromas de bosque mediterráneo, de montañas pre-alpinas, de historia y de leyendas.
Cada semana me adentro 2 o 3 en estos parajes en busca de esta soledad, entrenando no solamente mis piernas, mi corazón y mi cuerpo, sino sobretodo mi mente. Es necesario salir a correr con tus amigos, diría yo que es imprescindible y poder enseñarles aquellos parajes que un día descubrí en una carrera o porque sencillamente me perdí. Entrenar en soledad es entrenar la concentración, la motivación, los sentimientos, las emociones, y es conseguir dibujar en la menta el recorrido y la carrera perfecta la que aparece en mis sueños, y quién sabe quizás algún día la pueda llegar a realizar.
El domingo 27 de mayo, día de las elecciones decidí hacer uno de esos entrenamientos largos en los que lo importante es el tiempo que inviertes en el rodaje y no tanto la distancia y la velocidad. Tenía muy claro donde quería ir a hacer mi sesión de entrenamiento, y así lo hice ni corto ni perezoso me dirigí a las dos de la tarde hacia ese rinconcito donde dejo resguardado el coche a la sombra de unos pinos y donde empieza la pista. Paré el coche y me bajé del mismo inmediatamente puede apreciar una extraña sensación, la naturaleza estaba como estresada, molesta quizás de que estuviera allí a esas horas, las moscas no dejaban de revolotear a mi alrededor y a decir verdad empezaba nunca mejor dicho a mosquearme. Rápidamente me equipe y salí sin demasiados preámbulos; ni calentamiento, ni estiramientos, ni nada de lo que predico a mis amigos, alumnos o clientes, las moscas no me dejaban en paz. Un objetivo rondaba por mi cabeza desde hacía dos días que también viene al mismo lugar pero no realice el mismo recorrido. Hoy quería hacer un recorrido circular siguiendo la pista principal pero adentrándome en el primer sendero que a mi izquierda apareció desafiante con su verticalidad pero que me dio buenas vibraciones solamente verlo. Visto y no visto me gusto me pareció lo suficientemente atractivo para tomar una decisión en cuestión de segundos, 2 como máximo. Únicamente un problema; me aventuraba a que mi entrenamiento se convirtiera en un rodaje de muchas horas porque podía imaginarme ha donde podía llegar pero no estaba del todo seguro. Me daba igual me gusta improvisar, lanzarme a la aventura, tenía la necesidad sentirme vivo, de sentirme bien, y mi espíritu digamos que aventurero deseaba combinarse con el del corredor. Uuuuuahhhh..... que maravilla como disfruté y viví cada uno de los pasos que daba, sin esperar nada especial, nada a cambio, bueno si que no me fallaran las fuerzas para no tener que pensar en como llegar hasta mi punto de partida y no poder disfrutar del entorno natural que me rodeaba. Por otro lado esperaba encontrar el sendero en buen estado con variado en referencia a las cuestas y a los descensos llevándome más tarde o temprano al lugar desde donde partí.
Que más puedo pedir de un día como este, al final fueron 1h 44 mnt de carrera, aventura, deporte y naturaleza. Al llegar a casa comprobé que mi cuerpo me agradecía hacer lo que hice y en mi mente una sensación de paz me embargaba. Que mejor manera de pasar una tarde de domingo con el cuerpo y la mente en perfecto equilibrio.
Entreno..........Luego existo.
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